El miedo es una emoción básica, que desde hace miles de años,
ha conseguido que sobrevivamos como especie.
El problema surge en la época actual, cuando con una
estructura cerebral que hizo su cambio hace 40.000 años, tenemos que enfrentarnos
a las situaciones difíciles de la vida.
Ya no estamos en la sabana salvaje, no tenemos que huir de un
león ni de un diente de sable. Las situaciones que pueden amenazar nuestra
supervivencia son otras muy diferentes. Para entender porqué reaccionamos de
una manera determinada en este momento de la evolución humana, tenemos que
comprender cómo funciona nuestro cerebro.
Para empezar, nuestro cerebro es social. Hace 40.000 años, ni
éramos la especie más fuerte, ni la más rápida, y la única manera de sobrevivir
era ir todos juntos, en grupo.
La misión de nuestro cerebro es nuestra supervivencia
biológica, no nuestra felicidad. Y aunque evolucionó en capas, funciona en red,
las tres capas siguen funcionando, no se han ido anulando cada una al surgir la
siguiente.
Siendo el mayor miedo de la especie humana el miedo a la
muerte, este miedo se subdivide en dos grandes miedos, y estos sí que están en
vigor en la actualidad.
Uno es el miedo al rechazo. Para nuestro cerebro, el rechazo
social es igual a muerte. Porque si eras expulsado del clan o de la tribu hace
40.000 años, la posibilidad de sobrevivir solo/a era cero.
Y el otro gran miedo, es la sensación de descontrol, por la
misma razón. Para tu cerebro si no controlas cuánta comida tienes, cuánta agua,
dónde conseguirla, dónde está la amenaza, estabas muerto también.
En la actualidad, si nos rechazan en un trabajo, la familia,
etc. Nuestro cerebro activa el mecanismo del miedo y tras él viene el estrés. Y
comenzamos a prepararnos para huir o para luchar, se nos tensan los músculos,
el corazón bombea más sangre, las funciones innecesarias se inhiben.
Pero no luchamos ni huimos, con lo cual no pasamos a la fase
de eliminación de esos neurotransmisores que nos han preparado para luchar. Y
algo que es bueno para la supervivencia, se torna dañino.
Y al igual ocurre cuando sentimos que no tenemos control de
nuestra vida, activamos el miedo y con él, el mecanismo del estrés.
Es importante que tomemos conciencia de que no podemos
controlarlo todo, y de controlar solo lo que depende de nosotros, y lo que no,
dejarlo ir.
Y por otro lado, ser conscientes de que no tenemos que caerle
bien a todo el mundo. Que habrá personas a las que caigamos mejor que a otras,
sin perder de vista que a la primera persona que tenemos que gustar es a
nosotros mismos.
Que no estamos en la sabana salvaje, y hoy se puede
sobrevivir y ser auto suficiente, sabiendo que formamos parte de una sociedad. Y
conociendo nuestras fortalezas y debilidades, podemos mejorar nuestra vida.
Potenciando nuestras fortalezas en lugar de intentar eliminar nuestras
debilidades. Debemos darnos la oportunidad de conocer al SER maravilloso que
llevamos dentro.
Gracias a todos/as por estar ahí.
Teresa Castillo